"La belleza", declaró Cecil Beaton (Londres 1904-1980) en 1928, "es la palabra más importante del diccionario. Es sinónimo de perfección, esfuerzo, verdad, bondad". El celebrado fotógrafo de moda, reportero de guerra y escenógrafo del teatro y el cine establecía en esta declaración un credo estético que aplicaría a su vida y a su obra.

Beaton era un dandi genuino, un profesional hecho a la medida de sus ideales estéticos. En sus 76 años de existencia elevó no sólo la belleza, sino también la fotografía y el diseño de decorados y vestuario a la categoría de arte. Se inspiró en la pintura y en la escultura para crear un estilo cargado siempre deglamour y dramatismo. Con un olfato que le alertaba de las nuevas tendencias, se mantuvo en vanguardia durante sus cinco décadas de actividad creativa. Su huella aún se siente en profesionales de la cámara como David Bailey o Mario Testino.


En una fotografía de 1928, la poeta Edith Sitwell reposa sobre el suelo simulando el relieve en piedra de una tumba gótica. En otra, Marlene Dietrich recuerda con su esquelético cuerpo las figuras de Durero y, en los años sesenta, Mick Jagger posó para Beaton como un mártir de Piero della Francesca. A Salvador Dalí le captura, en 1937, tras los paneles de su composición Pareja con cabeza llena de nubes, y a un jovencísimo Marlon Brando, de perfil, estudiando en 1946 el texto de Un tranvía llamado deseo.

50 años en 'Vogue'

Adulador en sus retratos visuales, sabía esparcir veneno en sus diarios. De Katharine Hepburn escribe en 1969: "Es torpe, es fea, su interpretación mecánica... Su piel es repugnante y como no se aplica suficiente maquillaje da la impresión de haber pasado la viruela. En vivo su aspecto es horrible... es inconcebible que continúe exhibiéndose en público".

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