H&M es una cadena sueca de tiendas de ropa, complementos y cosmética con establecimientos en Europa, Norteamérica, Oriente Próximo, África y Asia. Cuenta con un total de 2.300 tiendas propias repartidas en 44 países y da empleo a aproximadamente 76.000 personas. Asimismo, vende ropa por catálogo y a través de Internet en ciertos países. H&M es el segundo grupo textil más importante de Europa en facturación.
H&M nace en 1947 en Västerås , Suecia, donde Erling Persson, su fundador, interesado por vender moda a precios bajos, abre una pequeña tienda de ropa para mujer a la que llamó Hennes (en sueco "para ella"). Unos años más tarde incorpora una pequeña tienda llamada Mauritz Widforss de artículos para hombre, naciendo así Hennes & Mauritz, que más tarde pasó a conocerse por las siglas H&M. Durante las décadas de los 60, los 70 y los 80fueron inauguradas las primeras tiendas H&M en Dinamarca, Noruega, Alemania y Reino Unido. En los años noventa inició un fuerte periodo de expansión, inaugurando sus primeras tiendas en Francia y creciendo en sus antiguos mercados. En el año 2000 H&M hizo su entrada en el mercado español y estadounidense. En el 2006 inauguró tiendas en Dubái y Kuwait, y en el 2007 la compañía entró en el mercado asiático estableciendo puntos de venta en Shanghái y Hong Kong, seguidas de Tokio, Japón en 2008. La primera tienda en el mercado ruso se abrió en 2009, en Moscú. El año pasado, 2010, H&M abrió sus primeras tiendas en Corea del Sur, Israel y Turquía.
H&M apuesta por un modelo de gestión empresarial que contribuya a un desarrollo social, económico y medioambientalmente sostenible. Para H&M, la calidad no solo se refiere a la propia calidad de los productos, sino también a que se hayan producido bajo buenas condiciones laborales y medioambientales. Para ello, cuenta con un Código de Conducta, que es el código de actuación que todos los proveedores deben cumplir y se realizan auditorías internas y externas (llevadas a cabo por la Asociación para el Trabajo Justo) para velar por su cumplimiento.
Esto es lo que podemos encontrar en internet a la hora de buscar en Google la palabra H&M, una empresa que tiene siempre más éxito gracias a sus estrategias de comunicación interna y a su política de venta. Ambas bajo la supervisión de una ley justa e igualitaria, que prohíbe la explotación y desfavorece la baja calidad de sus productos, incentivando un buen ambiente de trabajo y una política de venta a bajo coste y alta calidad.
La verdad, o la verdad que surge de esto documental, estropean por completo las informaciones antes propuestas.
Efectivamente H&M es una empresa que se ha desarrollado en un mercado hacia la globalización, donde la forma de producir y vender cambian constantemente y donde la demanda es siempre más alta y variadas. H&M es una de las empresas de moda leader del consumo de masa y a bajo coste, es una marca referente, en la cual se identifican un montón de personas, hombres y mujeres, sobre todos joven que a la hora de hacer shopping no olvidan nunca pasar por una tienda H&M. Lo que los consumidores aprecian son prendas a la moda, a bajo coste, de bastante buena calidad, disponibles en variadas formas y colores, distribuidas en tiendas bien amueblada y atractivas y vallan publicitarios divertido y omnipresente en cualquier rincón.
Lo que el público externo no sabe, o ignora, es el bastidor, lo que hay detrás, el engranaje que hace mover el todo, el como H&M logre mantener un determinado ritmo productivo, siguiendo vender a costes tan bajos.
Lo que el documental denuncia son las malas condiciones en la que los subcontratistas orientales de H&M hacen trabajar su mano de obra, mujeres y niños, en barracas a condiciones inhumanas. Parece que el ritmo de producción rápido y los costes baratos sean el producto de una suma de factores que no pega con la imagen corporativa que la empresa quiere dar a los medios de comunicación.
Centenares de personas, por la mayoría niños y mujeres, están encerrado en barracas, tirados detrás de una máquina de coser o de aguja e hilo por mínimo 12 horas diarias, para llegar a cobrar a final de mes un salario que mide mucho menos de lo que sería el salario mínimo de un obrero.
Lo que hace H&M es aprovechar de una mano de obra desesperada, que no tiene ninguna alternativa, ofreciéndole un trabajo inhumano, por un coste ridículo que pero le permite ganar cifras exorbitantes.
Esto es el panorama que nos ofrece el documental, una realidad que parece ajena, lejana al mundo civilizado de hoy, donde hay una lucha constante hacia los derechos de los trabajadores, la reivindicación de la igualdad entre los seres humanos y el rechazo de la esclavitud. Practica esta última legalmente abolida hace siglos, que pero parece ser una de las formas más cuotata por las multinacionales a la hora de elegir entre un reducido porcentaje de ventas y la exclusión del proceso productivo de una mano de obra económica e incesante.
Los filmados de las fábricas, si así se pueden llamar, de los niños que a la vez de ir a la escuela, trabajan día y noche, de las condiciones inverosímiles en las cuales curran estas personas, no son una novedad. Desde el comienzo de la verdadera sociedad del consumo, aproximadamente a final de la segunda guerra mundial, las empresas que se han hecho más grandes, más potentes, líderes en el sector de mercado, han tenido que enfrentarse a las nuevas exigencias propias de este tipo de mercado laboral globalizado y mudable. Han tenido que elegir entre satisfacer sus públicos siguiendo ganando y bajar los ingresos para seguir satisfaciendo sus clientes, y la primera opción es la que ha tenido más éxito.
Casi todas las multinacionales de hoy, tienes atrás una historia de explotación de la mano de obra, cuando asiática cuando sur americana o africana, casi todas estas multinacionales se sienten como conquistadores en derecho de maltratar las poblaciones a las cuales dan trabajo, proponiéndose como salvadores, como la mano caritativa que ha llegado para solucionar el todo. Claramente no es así, los únicos que ganan de esta farsa son las empresas o mejor dicho los empresarios que ven rellenarse sus bolsillos a la hora de que se vacían los ánimos y los cuerpos de esta pobre gente maltratada.
Lo más crítico de todo eso es que los estados, aun sepan lo que pasa de verdad, se sierran los ojos y se lían las manos delante la potencia del mercado, delante el poder del sucio dinero, poniéndose de una forma pasiva y dejando que los verdaderos leader del mundo, los que manejan dinero y gestionan los consumos, hagan su trabajo de la forma que más le conviene.
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